PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE EN LOS 80 AÑOS DE LA FEDERACIÓN NACIONAL DE CAFETEROS

27 de junho de 2007 | Sem comentários Español Geral

Medellín, 27 jun (SNE). Las siguientes
son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez, con ocasión del Congreso
Extraordinario de Cafeteros y la conmemoración de los 80 años de la Federación
Nacional de Cafeteros.


“A mis compañeros de Gobierno y a mÍ nos honra muchísimo asistir a este
congreso extraordinario para conmemorar los 80 años de la Federación Nacional de
Cafeteros.


Rosemary Thorp, economista e historiadora, profesora de la Universidad de
Oxford, al terminar el siglo XX, por mandato del Banco Interamericano, escribió
un libro sobre la historia económica de América Latina en el Siglo XX. Resaltó
del manejo económico de Colombia, algunos eventos. La negativa del presidente
López Michelsen a inundar el país de créditos ofrecidos por las boyantes
naciones petroleras de entonces, la desobediencia del presidente Lleras Restrepo
al Fondo Monetario Internacional y su corajuda decisión de aportar el estatuto
cambiario, la creación del Fondo Nacional del Café, el nacimiento de la
Federación Nacional de Cafeteros y la adscripción del Fondo o el contrato que se
renueva de período en período entre el Gobierno y la Federación para la
administración del Fondo.


Y la historiadora resalta lo que hemos observado todos los colombianos.
Mientras la caficultura en países hermanos se quedó pequeña o desapareció, aquí
prosperó. Ha superado los momentos más difíciles. Mientras en otros se concentró
en grandes propiedades, aquí ha mantenido su estructura democrática de
propiedad.


¿Qué habría sido sin la Federación y sin el Fondo del Café? Cuando el país no
tenía dinero para infraestructura ni política social en muchas regiones, la
región cafetera prosperaba en lo social y en infraestructura, gracias al Fondo y
a la Federación.


Cuando los diferentes gobiernos, angustiosamente, tenían que buscar recursos
para una u otra empresa, para una u otra actividad de urgencia nacional, siempre
se apelaba a las arcas de la Federación, que en todo momento han dado a la
Nación una respuesta solidaria.


Nos preguntamos: ¿que habría sido de Colombia sin el Fondo del Café y sin la
Federación? ¿De la industria cafetera? De pronto habríamos visto desaparecer la
caficultura de montaña, tornarse nuestra región andina simplemente en
rastrojeras. Y de pronto tendríamos una agricultura de tierra caliente, plana,
mecanizada, sin la prima de café suave de Colombia, sin intensidad en la
generación de empleo. Y por supuesto, habríamos perdido ese sello tan importante
de la caficultura colombiana, su estructura democrática de propiedad.


No en vano el libro del Banco Interamericano sobre los sucesos económicos del
siglo XX destaca en Colombia apenas tres, a los cuales me he referido: una
decisión del presidente Lleras Restrepo, una decisión del presidente López
Michelsen y la decisión nacional de haber creado la Federación y el Fondo. Y de
haber mantenido a lo largo de los años ese contrato entre el Gobierno y la
Federación para la administración del Fondo.


Le debemos toda la gratitud a la Federación Nacional de Cafeteros. Hacemos
hoy un homenaje a su historia.


El ex presidente Alberto Lleras Camargo solía decir que los pueblos no se
reinventan de un momento a otro, que todo proceso de mejoramiento hunde sus
raíces en el esfuerzo de los antepasados, en los sacrificios de las generaciones
anteriores. Ochenta años para bien de Colombia son la suma de esfuerzo de muchas
generaciones, la suma de esfuerzo de muchas gentes de trabajo, de todas las
regiones y de todos los gobiernos.


Quiero rendir un homenaje a las Federación Nacional de Cafeteros a lo largo
de estos 80 años. A quienes han sido sus gerentes. Que el gremio se sienta
representado en los 80 años de brega a cargo de esos gerentes: Alfredo Cortázar
Toledo, Enrique de Narváez, Mariano Ospina Pérez (ex Presidente de la
República), Camilo Sáenz Obregón, Alejandro López, Manuel Mejía, Arturo Gómez
Jaramillo, Jorge Cárdenas Gutiérrez, y la juvenil e imaginativa y creativa
gerencia del doctor Gabriel Silva Luján.


Los recordamos a todos ellos con inmensa gratitud de patria, y a todos lo que
en un momento han ayudado al éxito de la Federación en sus comités
departamentales, su comité nacional.


Ayer los señores Ministros de Agricultura y Hacienda y la señora Directora de
Planeación puntualizaron los compromisos del Gobierno con el gremio. Una
continuidad de la política que hemos traído a lo largo de estos cinco años de
trabajar hombro a hombro con los cafeteros, no solamente para el mejoramiento de
la región cafetera de la Patria sino para toda la Nación.


Quiero, sin entrar en mayores detalles, porque tuvieron la oportunidad de
examinarlos con mis compañeros de Gobierno, repetir nuestro compromiso con la
producción del grano, con la renovación, con el precio.


Qué importante, en medio de las dificultades fiscales, que todavía no se
superan totalmente, poder disponer de 78 mil millones para apoyar el precio de
los cafeteros y de 108 mil millones para los programas de renovación cafetera.


Qué importante que el país comprenda la importancia de la renovación. No
renovar el café, que tiene una estructura de microfundio, es condenar a las
familias cafeteras colombianas a la miseria.


Alguien en la ladera antioqueña, con hectárea y media, si esa plantación es
renovada, si esa plantación recupera altos índices de productividad, esa familia
puede pasar de un ingreso de medio salario mínimo a un ingreso de dos salarios
mínimos, y mejorar sustancialmente su calidad de vida.


Si no renovamos, hectárea y media en la ladera cafetera convertida en
rastrojo, se vende por 20 ó 30 millones. Eso escasamente alcanza para que esas
familias compren en esa ciudad un puesto para instalar un tugurio. Esas familias
ingresan a los cordones de miseria de nuestras grandes ciudades. Se abandona el
campo y también se afecta la mano de obra.


Es el microfundista cafetero el responsable de la mano de obra en su
microfundio y también el trabajador en las propiedades de mediana extensión, que
grandes son muy pocas en la zona cafetera.


Para preservar esa posibilidad de seguir trabajando la caficultura en la
ladera colombiana que, por su clima, por su régimen de lluvias, es presupuesto
para la calidad del café, es fundamental la renovación.


Nuestra calidad depende de nuestro café de ladera y nuestro café de ladera
depende de una labor manual. Y la disponibilidad para esa labor manual depende
de que evitemos la expulsión del microfundista cafetero. Expulsión que evitamos
si avanzamos en los programas de renovación. Si hay algo importante para superar
pobreza en Colombia, en toda la región andina, es el programa de renovación
cafetera.


Por eso, así como le hemos cumplido a la Federación en estos cinco años,
vengo a decirles hoy que cuenten que, con la ayuda de Dios, les vamos a cumplir
rigurosamente estos compromisos en los tres años de Gobierno que quedan, para
renovar en cada uno de ellos 60 mil hectáreas.


Hace casi cinco años, con Carlos Gustavo Cano, hoy codirector del Banco de la
República, antecesor de Andrés Felipe Arias, se hizo un gran acuerdo para
financiar en las áreas de zoqueo, en las áreas de renovación, la siembra de maíz
de alta tecnología y la siembra de fríjol.


Empezamos con 18 mil hectáreas. Las siembras de este año están en alrededor
de 65 mil en maíz tecnificado, en áreas de zoqueo de la zona cafetera. Las de
fríjol pueden superar las 22 mil hectáreas.


Sesenta y cinco mil hectáreas (que en la zona cafetera, dada la disciplina de
productividad del campesino cafetero, pueden producir siete toneladas de maíz
por hectárea), en un momento en el que el precio del maíz se ha recuperado (como
se han recuperado los precios de los alimentos generadores de energías
alternativas, y el maíz en muchas partes del mundo lo utilizan como fuente de
etanol), esa producción en la zona cafetera se convierte en una gran
contribución a la seguridad alimentaria del país. En una gran contribución al
empleo rural mientras se recupera la zoca del café y en una gran contribución al
ingreso de la familia cafetera.


Quiero resaltar ese programa e invitarlos a que los sigamos creciendo.
Empezamos en 18 mil hectáreas de maíz, vamos en 65 mil y ojalá pudiéramos el año
entrante decir que vamos a llegar a 120 mil.


¿Por qué hablo de 120 mil? Porque con 60 mil hectáreas de zoqueo, de
renovación por año, que tienen un período productivo de más o menos dos años,
podríamos aspirar a tener cada año el doble del área que se renueva ese año: el
área que se está renovando en ese momento, la renovada del año anterior, que
todavía no ha recuperado la producción cafetera y que todavía puede producir
otras dos cosechas de maíz o de fríjol. Creo que es razonable que nos impongamos
la meta de llegar a 120 mil hectáreas de maíz tecnificado por año en áreas de
zoqueo de la zona cafetera. Y esa meta nos va a indicar si estamos cumpliendo la
otra: la de renovar 60 mil hectáreas por año. Vengo a hacerles esa invitación.


Qué importante el desarrollo del turismo en la zona cafetera. Creo que es un
gran producto alternativo y vemos un entusiasmo muy grande por el turismo, un
entusiasmo nacional e internacional por la zona cafetera. Ahora estamos
extendiendo el aeropuerto de Armenia, a ver cómo pueden llegar allí aviones más
grandes, vuelos internacionales, para fomentar más el turismo en nuestra zona
cafetera, que además tiene hoy todos los apoyos, como los apoyos tributarios.


Qué importante el tema de las tiendas Juan Valdez. Hay que insistir en el
tema. Se le miraba con algún desgano, hace cinco años, cuando lo propusimos.
Afortunadamente el entonces ministro de Hacienda, el doctor Roberto Junguito,
con el entusiasmo de Gabriel Silva, gerente de la Federación, en el AGC de 2002
incluyeron el compromiso de las tiendas. Se quejaban lo cafeteros colombianos de
que el país había perdido la oportunidad de que el Fondo Nacional o la
Federación se hubieran hecho socios de las grandes distribuidoras de alimentos,
antes de su concentración. Y que se perdió la posibilidad de tener un canal más
efectivo de venta de café.


Ha aparecido una nueva forma de mercadeo, ésta de las tiendas, que se abren
diariamente por miles en el mundo y que le llegan directamente al consumidor
final. Allí tiene que estar el café de Colombia, pero no escondidito en un
letrero, por allá en una esquina, en una tienda de Starbucks en Nueva York o en
París, sino presente, con mucho vigor, como Tienda Juan Valdez Café de Colombia.


La manera como se constituyó ese patrimonio, su estructura democrática,
semejante a la Federación, la manera como aportaron con entusiasmo para ese
patrimonio los cafeteros, todo ello augura éxitos. Hay que persistir, buscar
buenos aliados, llegar a las concesiones. Lo que veo es que a uno le reclaman
mucho que la gente quiere concesiones. Colombianos que viven por fuera, un 40
por ciento, reclaman la posibilidad de que les den una concesión para abrir
tiendas Juan Valdez. Como tenemos que hablar del presente y del futuro, creo que
ahí tenemos una falla. Hay que acelerar el programa para concesionar las tiendas
Juan Valdez.


Y es mucho mejor hacerle propaganda al café de Colombia vendiéndolo en esas
tiendas, que gastándonos millones de dólares y de euros simplemente en avisos
publicitarios. Ningún mejor aviso publicitario que el de las tiendas Juan
Valdez, la simultaneidad entre la venta de Café de Colombia y la publicidad.


Vengo a reiterar el compromiso de avanzar con nuestra política social de la
mano de la Federación Nacional de Cafeteros y de los comités departamentales. En
los próximos meses adelantaremos un nuevo consejo comunitario para evaluar los
compromisos anteriores.


Vengo a reiterar el compromiso de destinar anualmente una partida, como ya se
hizo, para contratar con el Comité Nacional de Cafeteros, con la Federación, el
mejoramiento de vías municipales. Están terminando la ejecución de la partida
asignada el año anterior. Con el Congreso de la República hemos hecho el
compromiso de que, durante cada uno de los tres presupuestos que este Gobierno
debe presentar y este Congreso aprobar, se mantendrá en pesos constantes la
partida de sostenimiento de vías municipales. A eso agrego el compromiso de que,
durante cada uno de los tres presupuestos que le quedan a este Gobierno, haremos
el contrato mínimo, por la misma cifra en pesos constantes, que hace pocos meses
celebramos en Valledupar con la Federación Nacional de Cafeteros, para apoyar a
la Federación y a los Comités en el mejoramiento de las vías municipales.


Vengo a reiterar el compromiso de que estimulemos las nuevas demandas del
mercado: los cafés especiales, los cafés orgánicos. Cuando hablo con los
caficultores del Huila, de la Sierra Nevada, de Nariño, quizás son los que menos
sienten los estragos de la revaluación, porque gracias al café especial, al café
orgánico, han logrado una prima muy importante en el precio a esos cafés.


Vengo a reiterar el compromiso con la seguridad en las zonas cafeteras.
Generalmente en las zonas cafeteras la maleza es noble. Combatir algunas malezas
en la zona cafetera no es difícil. La ladera andina colombiana es fértil. La
maleza brava en la zona cafetera ha sido el terrorismo. Y por eso el Gobierno
tiene que insistir en la derrota del terrorismo. Pero todavía nos quedan tres
años con todo el vigor. Yo siempre me acuesto por ahí preocupado cuando hay esas
actuaciones terroristas. Pero cuando me despierto, a las cuatro y media, a las
cinco de la mañana, que me lleno de brío, digo: bueno, todavía nos quedan tres
años para bregar a acabar estos bandidos. En eso hay que seguir, apreciados
cafeteros de la Patria.


Porque voy a San Agustín y encuentro a la gente contenta. Allá no se podía
ir. Allá no había vuelto nadie. Los cafeteros contentos y la gente del parque
contenta. Y me dicen: “Mire, hasta hace tres años a aquel morrito llegaban las
Farc. Y allá tenían que ir todos los cafeteros. Y allá tenían que ir todos los
comerciantes. Gracias a la Seguridad Democrática esto aquí está tranquilo”.


Vamos a la Sierra Nevada y encontramos una gran tranquilidad de los
cafeteros. Hemos construido una gran confianza con las comunidades indígenas.
Estamos construyendo los pueblos indígenas. Ya construimos el primero: Gúnmaku,
de un programa de siete.


Voy a otras zonas cafeteras. El Cauca, más tranquilo. Algunas partes de
Nariño más tranquilas. La ladera que va buscando el Pacífico, todavía con muchas
dificultades. El oriente de Caldas, todavía con la presencia de Karina y los
integrantes de esa banda terrorista.


Vengo a reiterar el compromiso con ustedes de que hasta el último día de este
Gobierno estaremos con la guardia en alto en el combate contra el terrorismo,
para hacer todo lo posible para devolverle plenamente la paz a la zona cafetera
y a toda la Patria colombiana.


En el debate actual de América Latina es muy importante hablar de modelo de
Estado y es muy importante hablar de objetivos de Gobierno. América Latina ha
oscilado entre tentaciones de desmonte del Estado y proposiciones estatistas.
Colombia no está ni en lo uno ni en lo otro.


Nosotros hemos reformado el Estado y vamos a seguir reformando. Hemos
reformado 360 instituciones del Estado. Empezando por Telecom, avanza la reforma
de Telecom, 200 hospitales, todo eso presenta hoy unas instituciones que le
sirven más a la comunidad, que se han venido deshaciendo del clientelismo, de la
negligencia del manejo de los recursos oficiales. Y esa reforma ha contribuido
con un ahorro de un punto anual en el PIB. Eso es un ahorro al gasto público de
aproximadamente tres billones 600 mil millones al año.


Y vamos a continuar con esa reforma. Avanzamos ahora con la reforma de las
clínicas del Seguro Social. Lo ha sentido bondadosamente Santa Marta. Esa
clínica ya no la maneja el clientelismo ni los excesos sindicales, sino un
concesionario: la Fundación Cardiovascular de Bucaramanga. Y hay un gran alivio
para los usuarios. En Cartagena ya la maneja, como concesionario, la Fundación
Religiosa San Juan de Dios. Aquí en Antioquia, un compromiso con la Gobernación
y con la Universidad de Antioquia. Y las vamos a reformar todas. Y a continuar
con la reforma de los hospitales públicos y de todas las entidades del Estado,
sin desmontar el Estado.


Y América Latina ahora en muchos países gira hacia la tentación estatista.
Ahí tampoco estamos nosotros. Aquí hay plena garantía para la inversión privada,
con responsabilidad social. Un Estado para garantizar esa responsabilidad
social. Plenas garantías a la inversión privada que garantice esa
responsabilidad social.


He dicho a mis compatriotas que es de gran importancia reflejar la
responsabilidad social empresarial en tres áreas. Primero, en la transparencia
en las relaciones entre los inversionistas y el Estado. Transparencia en la
adjudicación de contratos de concesiones. Transparencia en la solución de
litigios. Transparencia en la tributación. Cuando no hay esa transparencia, no
solamente se pierde la confianza en el Gobierno de turno, sino que se erosionan
las instituciones de la democracia.


Segunda expresión de la responsabilidad social: solidaridad de los
inversionistas con las comunidades del vecindario. Cuando hoy les exigimos a las
firmas internacionales que explotan carbón en el Cesar que tienen que cumplir
todas las obligaciones de solidaridad, que van más allá de la ley, con las
comunidades del vecindario, también tenemos un ejemplo: si ha habido alguna
actividad económica, solidaria con sus comunidades, con su vecindario, ha sido
la caficultura colombiana. No se puede avanzar en las explotaciones económicas,
dándole la espalda al imperativo de solidaridad con el vecindario. El espejo de
la caficultura es el que hemos llevado ahora para resolver los problemas de
insolidaridad, que aspiramos superar en la explotaciones carboníferas del Cesar
con esas comunidades.


Y otra expresión de la responsabilidad social es en las relaciones laborales.
Qué importante decir hoy en América Latina que nosotros no aceptamos relaciones
laborales de capitalismo salvaje. Tampoco de odio de clases, que bastante daño
hizo acá. Estamos estimulando unas relaciones laborales fraternas, unas
relaciones laborales cristianas.


Eso nos va conectando con los tres objetivos de Gobierno, a los cuales
tenemos que estar aplicados en cada una de las horas que nos faltan en estos
tres años: consolidar la Seguridad Democrática, consolidar la confianza
inversionista y cumplir las metas sociales.


Celebro el acuerdo con el ministro de Defensa, doctor Juan Manuel Santos,
para poder integrar a toda la comunidad cafetera a las tareas de seguridad
democrática. Por numerosa que se nuestra fuerza pública, por todo lo que podamos
mejorar en materia de dotación, de logística, de inteligencia, en un país con un
millón 157 mil kilómetros, más de la mitad de su territorio en selva, con todos
los accidentes geográficos, la seguridad necesita como presupuesto esencial la
cooperación ciudadana con la fuerza pública.


Ningún estamento de la sociedad colombiana, dado su tejido de solidaridad
histórico y profundo, más indicado que el estamento cafetero para dar un gran
ejemplo en el proceso de cooperación con la fuerza pública, para reestablecer
plenamente la seguridad en la región cafetera, consolidarla y proyectarla en el
tiempo.


Muchos compatriotas me preguntan: ¿Buenaventura? Sí. Una región en donde
todavía tenemos inmensas dificultades. Hay que persistir. Me preocupa es lo
siguiente: estamos empezando un conjunto de inversiones inmensas en
Buenaventura. Después de haber terminado una obra como es la vía alterna-interna
al Puerto de 150 mil millones de inversión, hemos contratado la doble calzada
Buga-Buenaventura, que hace parte de la doble calzada Bogotá-Buenaventura con el
Túnel de la Línea. El Gobierno ha propuesto que ese túnel se llame: el Túnel del
Segundo Centenario.


Las inversiones en la doble calzada Buga-Buenaventura van a superar el billón
de pesos. Además el programa Familias en Acción, que en agosto completa millón y
medio de familias en todo el país, familias pobres, que reciben un subsidio para
garantizar la educación y la nutrición de sus hijos, logra en Buenaventura plena
cobertura en sus estratos pobres, que son la gran mayoría, y en la población
desplazada. Para no decir los esfuerzos que se están haciendo con el Sena, con
Bienestar Familiar.


Para bien de la competitividad colombiana, la semana pasada se lograron
acuerdos sustanciales en materia portuaria: la renovación de los contratos con
las sociedades portuarias de Cartagena, de Barranquilla, de Santa Marta, con
cuantiosas inversiones y con la sociedad portuaria de Buenaventura. El acuerdo
con la sociedad portuaria de Buenaventura es para invertir 450 millones de
dólares. A eso se le suman dos nuevos puertos que acaba de adjudicar el Gobierno
a dos concesionarios en la vía de Buenaventura: el puerto de Agua Dulce y el
puerto del consorcio industrial.


Todo esto permitirá pasar en Buenaventura de una capacidad de mover en las
instalaciones portuarias 11 millones de toneladas, a mover 45 millones de
toneladas. Pienso que allí hay grandes avances. Pero además estamos ejecutando
un contrato de valores cuantiosísimos para profundizar el canal navegable. Hoy
está en plena ejecución.


Entonces: doble calzada, Familias en Acción, las sociedades portuarias,
inversiones portuarias y vivienda.


Uno de los sitios más dolorosos del país es bajamar en Buenaventura, por el
hacinamiento de las viviendas allí, en la modalidad de palafitos. Hemos
definido, como ustedes lo conocen, dedicar los dineros decomisados en los
escondrijos del narcotráfico de Cali, a los programas de vivienda social en Cali
y Buenaventura.


El Plan de Desarrollo que acaba de aprobarse, nos autoriza para dedicar esos
dineros no solamente al pago de subsidios, sino también a la instalación de los
servicios públicos y a la construcción total de las viviendas. Gracias a ello,
el Gobierno se propone construir tres mil viviendas sociales, dignas, con todas
las comodidades del espacio público, para reubicar a tres mil familias de la
zona de bajamar, de palafitos, de Buenaventura.


Y se trabaja intensamente con la comunidad de Buenaventura. ¿Y el terrorismo
por qué no cede? Eso nos tiene que llevar a una reflexión, apreciados
compatriotas. Es que la pobreza no es la causa del terrorismo. El terrorismo ha
sido concausa de pobreza.


Cuando miro este país desde mis años aquí en mi ciudad, en la Universidad de
Antioquia, mi conclusión de mero observador de la vida colombiana es que todas
estas décadas de terrorismo lo que nos han traído es más pobreza, más
desplazamiento, menos inversión, más inequidad.


El interés del terrorismo en Buenaventura, como en todo el país, no es
resolver unos problemas sociales sino evitar que se resuelvan. El interés del
terrorismo en Buenaventura no es construir las tres mil viviendas sociales sino
evitar que el Estado las construya.


Por eso nosotros tenemos que aislar el terrorismo como concausa probable o
como efecto probable de esta pobreza. Hay que entender que ha hecho todo lo
contrario: contribuir a causarla.


Y mientras las Farc hace eso en Buenaventura, también piden el despeje de las
zonas de Pradera y Florida, allí en el Valle del Cauca. Y la ciudadanía de
Pradera y Florida me llama y me dice: “Presidente, no vayan a despejar. En
público no lo podemos decir porque nos matan. No vayan a incurrir en ese error”.
Y tiene razón la ciudadanía.


Ustedes saben que nosotros hemos tenido en materia humanitaria dos
inamovibles: primero, no permitir una zona de despeje. Y segundo, evitar que los
guerrilleros que salgan de la cárcel regresen a actividades de secuestro, de
asesinatos en la guerrilla.


De manera unilateral el Gobierno acaba de liberar a 150 guerrilleros de las
Farc. Esos 150 guerrilleros de las Farc salen de la cárcel, el Gobierno buscando
presentar un gesto humanitario que contribuya a la liberación de nuestros
secuestrados. Salen con el compromiso de no reincorporarse a las Farc, de no
reincorporarse al asesinato ni al secuestro, de participar en el programa de
reinserción.


Es distinto eso que soltar unos guerrilleros para que regresen a asesinar y
para que regresen a secuestrar


En los 22 – 27 casos que liberamos hace dos años, le hemos hecho seguimiento
y el resultado ha sido bueno. Y a eso se sumó la liberación de Rodrigo Granda,
pedida por el presidente Sarkozy, de Francia.


Un país que está incorporado en el corazón de la comunidad internacional,
tiene que reconocer los derechos de la comunidad internacional. Un país que es
miembro de la Corte Penal Internacional, que está buscando mercados en todo el
mundo, un país que adelanta una política de seguridad democrática (no como se
hizo en otras latitudes de América Latina, que cerraban el respectivo país a la
observación de la comunidad internacional, nosotros la adelantamos de manera
abierta: el que quiera venir a criticarnos, puede hacerlo, sin ninguna
restricción), es un país que también tiene que entender que la comunidad
internacional tiene derechos.


El Presidente de Francia me pidió que liberáramos a Rodrigo Granda porque
consideraba que era de gran importancia en el camino de liberar a los
secuestrados. Y hay que recordar en todos los escenarios que la doctora Ingrid
Betancourt tiene doble nacionalidad, francesa y colombiana. El Gobierno accedió
a esa petición.


Rodrigo Granda dijo que él no se desmovilizaría de las Farc. El Gobierno
aceptó que no se desmovilice. Pero este acuerdo se ha hecho de muy buena fe y
espero que se cumpla. Primero, que él no regresa a la actividad de secuestro ni
a la actividad del asesinato. Segundo, que él no regresa a la clandestinidad.
Que estará dándole la cara a la comunidad nacional, a la comunidad
internacional. Que estará dándole la cara a los partidos políticos, a los medios
de comunicación. Y que hará gestiones en favor de la paz.


Nosotros hemos hecho todos los esfuerzos por el rescate de los secuestrados.
Lo que no podemos llegar es a zonas de despeje. El país vivió despejado. Por eso
se llenó de guerrilla y paramilitares. En estas regiones vivimos 40 años
soportando guerrillas y 20 años soportando paramilitares. Y ahora que ese
despeje histórico del país se ha venido sustituyendo por la presencia de la
fuerza pública, no podemos echar para atrás. Esas zonas de despeje, otorgadas de
muy buena fe por los gobiernos, las aprovechó el terrorismo para avanzar en sus
propósitos.


Es que estos bandidos son alumnos aventajados de aquello que Marx aprendió de
Maquiavelo: cuando el gobierno de tu Estado enemigo, de aquel Estado burgués al
que quieras derrotar, te ofrezca un gesto de generosidad, tómalo como una
muestra de debilidad, aprovéchalo para fortalecerte en el propósito de derrocar
ese Estado.


Es lo que ha hecho las Farc. Para ellos las zonas de despeje no han sido
zonas de paz. Han sido refugios de terroristas. Cuando se hablaba de una posible
zona de despeje en Pradera y Florida, todos esos bandidos que aún merodean por
el país, corrían a esconderse allí, a evitar la acción de la fuerza pública, a
maltratar a la comunidad.


Creo, apreciados compatriotas, que hemos hecho un gesto humanitario muy
grande, pero que tenemos que decir no al despeje. Y tenemos que decir no a
entregar personas que están en las cárceles para que regresen al asesinato y al
secuestro.


En lugar de pensar en el despeje de Pradera y Florida para que el terrorismo
invierta la tendencia decadente y empiece a fortalecerse de nuevo, hoy hay que
pensar es en que el Gobierno mejore su accionar para despojar a Buenaventura de
terroristas. Nos queda un bache en Buenaventura y muchos en el país, pero con
esfuerzos sostenidos los iremos mejorando.


Los otros objetivos del Gobierno: la confianza inversionista y la política
social. Muchos compatriotas me hacen dos preguntas: ¿usted por qué habla de
confianza inversionista y no de crecimiento de la economía? Y me hacen una
segunda pregunta: ¿por qué siempre relaciona confianza inversionista con
política social? Y he dado estas respuestas: la economía puede crecer un año por
un episodio fortuito, afortunado: el descubrimiento de un pozo de petróleo, la
explotación del mismo, el mejoramiento, el precio de un producto básico. Pero al
siguiente año se puede perder ese mismo decrecimiento porque desapareció la
causa generadora. Si hay confianza inversionista, si esa confianza inversionista
se consolida en el tiempo, se garantiza un crecimiento también de largo plazo,
elevado en la economía.


Y me preguntan los compatriotas: ¿y la relación de esa confianza
inversionista con la política social? De política social se habla siempre en el
discurso político. Hay políticas sociales con más discurso y menos resultados. Y
las hay con mejores resultados y menos discurso. Lo que marca la diferencia es
la posibilidad real de hacer política social. Y lo que marca la diferencia, a
partir de la confianza inversionista, es que con confianza inversionista se
puede repartir prosperidad. Sin confianza inversionista lo único que se reparte
es discurso, creación de resentimiento y miseria.


Por eso el afán nuestro de consolidar esta confianza inversionista con
responsabilidad social, en lo cual creo que el país va bien. Cuando empezó
nuestro Gobierno, de cada 100 pesos que se producían, se invertían 12. Y el
sector privado 6 y medio. Ahora de cada 100 que se producen, se invierten 26. El
sector privado 19. Eso hay que sostenerlo.


Y esa confianza inversionista depende del modelo. Las tentaciones estatistas
en América Latina espantan inversión. Por eso hay que volver a hablar de los
fundamentales del modelo. Dependen de la seguridad, dependen de la tributación,
dependen de la estabilidad en las reglas de juego, de otros factores.


Nosotros hemos avanzado mucho en tributación para la confianza inversionista.
No rebajamos las tasas de contribución, como lo han hecho otros países del
mundo, porque somos de la idea de que la simple rebaja de las tasas de
contribución no garantiza mayores inversiones. Se corre el riesgo de que haya
más apropiación de utilidades por parte de los sectores más pudientes. Lo que
hemos hecho es beneficiar a sectores específicos y a la economía general con la
deducción del 40 por ciento.


Un inversionista en Colombia hoy, cualquiera sea su tamaño, nacional o
internacional, cuando invierte 100 pesos, el Estado le deduce 40. Y eso equivale
a que el Estado le aporta, por cada 100 pesos de inversión que él hace, 12,8 ó
13 pesos. Eso sí que ha ayudado a crecer las tasas de inversión en Colombia.


Como han ayudado los estímulos a los cultivos de tardío rendimiento, a la
madera, a los biocombustibles. Como han ayudado los estímulos al turismo, tan
importante para la zona cafetera.


Y ayuda mucho el nuevo concepto de zonas francas. Lo hemos actualizado, de
acuerdo con los requerimientos de la Organización Mundial de Comercio. Las zonas
francas tienen una tasa de renta del 15 por ciento. Además, si quien está
sentado en la zona franca crece, tiene una deducción del 40 por ciento. Se
incorporó la figura del monousuario: quien quiere estar en zona franca no tiene
que trasladar su empresa a una zona franca, puede pedir que el lugar de su
empresa sea declarado zona franca. Si tenemos zonas francas para exportación de
biocombustibles, en lo cual el país empieza a tener mucho presente y tiene gran
futuro, los 600 empleos que debe tener la zona franca, pueden ser la suma de los
empleos que se generen directamente en la planta industrial, más los empleos que
se generen en los cultivos que alimente esa planta industrial.


Es muy importante para la confianza inversionista la estabilidad en las
reglas de juego. Por eso el Gobierno está aplicando la ley que nos aprobó el
Congreso, firmando los pactos de estabilidad con los inversionistas, para que
tengan más confianza en Colombia.


Esa confianza inversionista con responsabilidad social, nos tiene que hacer
sostenible la política de Seguridad Democrática y, a través de la inversión
social, la tenemos que legitimar. ¿Qué habríamos hecho sin confianza
inversionista para sostener la política de Seguridad Democrática? Este país ha
realizado dos enormes esfuerzos: el del impuesto al patrimonio de 2002, y el
nuevo impuesto ahora a los patrimonios mayores del país, que se liquida por una
vez y se cobra durante ocho semestres para la Seguridad Democrática.


Y se preguntan los colombianos: metas sociales. Muchas y bien importantes.
Plena cobertura en educación básica y una gran revolución en el Sena, que ha
pasado de millón 100 mil estudiantes a cuatro millones, de cinco millones de
horas de formación al año a 15 millones. En agosto entrega su nueva tecnología,
en diciembre debe tener un millón 200 mil estudiantes en ambiente virtual. Hemos
pasado la cobertura universitaria del 22 al 29 y aspiramos a dejarla en el 34.
El Icetex en este Gobierno se multiplica por cinco. Aspiramos tener en agosto
millón y medio de Familias en Acción, familias pobres recibiendo un subsidio
para la nutrición y la educación de sus hijitos.


Aspiramos tener en el 2009 plena cobertura en el régimen subsidiado de salud.
Avanzamos con Banca de Oportunidades. En el primer Gobierno cumplimos la meta,
que parecía distante, bastante ilusa, de millón 800 mil microcréditos a igual
número de familias microempresariales de Colombia. Hoy nuestro modelo de Banca
de Oportunidades avanza con toda velocidad. Aspiramos poder decir, el 20 de
julio al Congreso, que en el primer año de la segunda administración hemos
llegado a millón 250 mil microempresarios con Banca de Oportunidades, para poder
completar cinco millones de créditos a igual número de familias microempresarias
en este cuatrienio.


Hemos pasado de seis millones de usuarios a 10 millones de usuarios en
Bienestar Familiar. Nos aproximamos a cuatro millones de niños en los
restaurantes escolares, que pasarán de 122 días a 180 días. Nuestro programa
para el desayuno a niños menores de cinco años ya este año logra un millón 300
mil. Empezamos con la atención de 60 mil ancianos, subimos a 600 mil y vamos a
llegar a un millón.


Tenemos todo el entusiasmo para avanzar en los tres frentes: Seguridad
Democrática, confianza inversionista y cumplir las metas de política social.


Nos hemos comprometido con Naciones Unidas a que Colombia va a cumplir las
metas sociales del Milenio antes de la fecha fijada por Naciones Unidas. La
pobreza había subido casi al 60, la medición del año pasado dio el 45. Es
enormemente alta, estamos haciendo todos los esfuerzos, para que en julio de
2010 podamos decir que la hemos reducido a no más del 35, todavía muy alto, y
dejar un camino, más o menos expedito, para que los gobiernos que nos sucedan,
al cumplir Colombia los dos siglos de vida independiente, el 7 de agosto de
2019, pueda mostrar una pobreza no por encima del 15 por ciento.


Hemos crecido la afiliación a la seguridad social en un 30 por ciento.
Nuestra aspiración no es crear empleo de salario deprimido, informal. Nuestra
aspiración es crear empleo de buena calidad, con afiliación a la seguridad
social.


Y preguntan los compatriotas: ¿es sostenible el crecimiento? Cuando empezamos
el Gobierno, que hablamos primero del 3 por ciento, no parecía lograble. Primer
año 1.9, segundo año 3.25, 4.7, 5.5, 6.8. Después hicimos una gran cantidad de
reuniones con muchos sectores del país para mirar cómo llegábamos a crecimientos
del 5. Vamos a hacer todo el esfuerzo para tener estos altos crecimientos.
Dependerá de una revolución educativa sostenible, sostenida. Dependerá de la
confianza. Dependerá de las tasas de interés. Dependerá de cómo seamos capaces
de enfrentar los choques que nos trae la tasa de cambio.


Comprendo que hay preocupaciones por la inflación. Está bien enfrentar las
preocupaciones, pero no llegar a un estado de alarmismo que nos ponga nuevamente
con tasas prohibitivas de interés. Cómo no va a haber inflación, si hay
inflación de alimentos en el mundo entero por el desarrollo de los
biocombustibles. Cómo no va a haber inflación, si la hermana República
Bolivariana de Venezuela ha tenido desabastecimientos en algunos productos que
tenemos que ayudarles a suplir. Cómo abandonamos hoy a Venezuela cuando
simultáneamente le estamos pidiendo que regrese a la Comunidad Andina o que
realice un tratado bilateral con Colombia. Cómo no va a haber inflación, si
teníamos una economía acomodada a crecimientos del 2 y ahora estamos buscando
crecimientos superiores al 6.


Comparto la tesis de que hay que actuar a tiempo para evitar que esas
presiones inflacionarias se disparen, y después la solución sea una solución de
colapso y estragos. Pero quiero decir con todo respeto que el Gobierno no
comparte la tesis de seguir subiendo esas tasas de interés y volverlas
prohibitivas. Colombia, durante muchos años, padeció en sus sectores
empresariales, medios y pequeños, que por pagar las tasas de interés, en lugar
de prosperar llegaban a la ruina. En los últimos años se han logrado unas tasas
de interés que acompañan a crecer. No podemos perder ello. El Gobierno ve bien
un crecimiento moderado, como una señal para enfrentar presiones inflacionarias,
pero el Gobierno ve con alarma que fuéramos a regresar a tasas prohibitivas de
interés.


Hemos hecho todos los esfuerzos en la lucha contra la revaluación. Algunos
dicen que es un problema derivado del éxito. Cuando veo las cuentas nacionales,
la inversión extranjera directa en 2002, neta, fue de 760 millones de dólares.
En el período enero – mayo de este año, la meta, 3.748 millones de dólares.
Estamos ajustando el tercer año consecutivo con inversión extranjera por encima
de los 6 mil millones de dólares.


Eso marca una diferencia. Hay confianza en el país. El año pasado los
compatriotas que viven en el extranjero giraron a sus familias en Colombia 3.800
millones de dólares. Quieren invertir en vivienda en Colombia. Quieren invertir
en activos productivos en Colombia.


Todo esto nos ha creado dificultades en tasa de cambio. Se han tomado entre
el Banco de la República y el Gobierno varias medidas: una medida, ponerle un
depósito del 40 por ciento a los créditos en el extranjero, que para los de
largo plazo ese depósito empieza a ser lo significativo. Una segunda medida,
restringir las operaciones de futuro de los bancos, que no tenían restricción
alguna. Una tercera medida, imponerle también un gravamen a los capitales de
corto plazo.


Me han pedido que hay que darle tiempo a que esas medidas produzcan
resultado. Ojalá pudiéramos recuperar un nivel competitivo de tasas de cambio.
Mientras tanto, ¿qué nos toca hacer? Apoyar a los exportadores, apoyar a los
cafeteros. Uno, en aras de ahorro fiscal, no puede dejar que se arruinen los
exportadores arruinando el empleo. O que la actividad cafetera, que había
logrado generar esperanza nuevamente en Colombia, vuelva a causar pesimismo y
desolación. Por eso tenemos toda la voluntad política del AGC Cafetero. Y por
eso tenemos toda la voluntad política de ayudar a sectores afectados por la tasa
de cambio con recursos que seguramente este año van a valer 600 mil millones.


Los amigos de la revaluación me dicen: Presidente, es que hemos ganado mucho.
Un tractor que valía 130 millones, hoy vale 80. El país se está reequipando a
unos costos infinitamente inferiores. Tenemos una tasa internacional de interés
mucho más baja.


Entonces he dicho: bueno, si reconocemos eso, ¿por qué no hacemos un gran
esfuerzo, por qué no nos gastamos un poquito esas ganancias para apoyar el
precio del café y para apoyar a los exportadores de Colombia? Y lo estamos
haciendo con una condición. Con la condición de que los beneficiarios de esos
CERT, que los beneficiarios de esas ayudas directas, protejan el empleo. Tienen
que demostrar que están al día con las cajas de compensación, con el Sena, con
Bienestar Familiar. Así como el país en el pasado hizo un gran esfuerzo para
sacar al sector financiero de la ruina, me preguntó por qué, si ese esfuerzo
costó 10 –12 billones de pesos, no vamos a hacer un esfuerzo de 600 mil millones
por año mientras esta situación persiste, para proteger empleos tan importantes
como los empleos del sector cafetero y como los empleos de algunos de los
subsectores exportadores.


Vamos a hacer ese esfuerzo. Creo que los observadores del gasto público nos
tienen que ayudar con su comprensión. Ese es un esfuerzo necesario. Además
vinculado al empleo, eso le da toda la legitimidad.


Sostener este crecimiento dependerá de la infraestructura. Y allí sí que hay
una enorme discusión nacional con el tema de infraestructura. El atraso de
infraestructura el Gobierno lo reconoce.


No ha sido fácil emprender un camino de desatraso. Primero, encontramos todas
las concesiones del país en pleno, la situación fiscal de la Nación muy difícil
y una gran discusión entre unir al país por dentro o construir las vías hacia
los mercados de exportación.


Todas las concesiones viales estaban en pleito. La doble calzada Medellín –
Hatillo aquí en pleito. La vía a la autopista Medellín – Bogotá que sale desde
acá en pleito. La vía al aeropuerto de Rionegro en pleito. La autopista del Eje
Cafetero en pleito. La carretera Bogotá – Villavicencio en pleito. Santa Marta –
Paraguachón en pleito. Todas en pleito.


Hemos logrado superar eso pleitos. El último era Commsa, la salida de Bogotá
al Río Magdalena. Después de muchos años, de un gran trabajo de la doctora Noemí
Sanín, embajadora en España, de los ministros consejeros de la Presidencia, el
ministro Óscar Iván Zuluaga, logramos el acuerdo con el Gobierno español y
Commsa. Hoy está a consideración del Tribunal Administrativo de Cundinamarca.
Hemos superado casi todos esos pleitos. Eso nos va a ayudar mucho al avance de
infraestructura.


Acudo a una reunión gremial a la Andi, y me dicen: Presidente, ¿por qué están
haciendo las vías de los municipios y no están haciendo las vías hacia los
puertos? Tienen toda la razón. Pero al otro día me reúno con los alcaldes o con
los cafeteros, y me dicen: qué hubo de la carretera de Marquetalia y qué hubo de
la carretera de Betulia y qué hubo de la carretera que va del Huila al Cauca. Y
tienen toda la razón. Es que hemos tenido atrasos de infraestructura en todas
las áreas.


¿Qué compromiso tenemos? Terminar el Plan 2.500, en toda la extensión del
kilometraje inicialmente previsto. Segundo compromiso, ayudarles a los
departamentos con un aval de la Nación para que obtengan unos créditos a 25 años
de plazo, con baja tasa de interés, para que sigan pavimentando vías
municipales. Antioquia ya utilizó 60 millones de dólares. Tercer compromiso con
el Congreso, mantenerles en precios constantes a los municipios el presupuesto
de mantenimiento de vías municipales y emprender las grandes vías de
competitividad como estas doble calzadas.


Aspiro que en agosto tengamos muy avanzada la estructuración de la doble
calzada de Medellín a Turbo, tan importante no solamente para la actividad
exportadora de Antioquia sino de todo el occidente colombiano. Aspiro que al
resolver el problema de Commsa, que depende del visto bueno del Tribunal de
Cundinamarca, podamos abrir la licitación para dejar contratada e iniciada la
doble calzada de Bogotá a Santa Marta. Estamos en plena construcción del Túnel
de La Línea, como un trayecto muy importante de la doble calzada de Bogotá a
Buenaventura.


El Gobierno le pondrá todo el acelerador a estas concesiones. Este año hemos
adjudicado varias, y nos proponemos adjudicar otras. Y las condiciones de
financiamiento al país ayudan.


Todas estas concesiones necesitan aporte fiscal. Muy pocas son las que se
financian exclusivamente con peaje. Porque a uno le dicen: Presidente,
fináncielas con peaje. Sí, el peaje es un componente muy importante. En algunas
partes, como aquí en Antioquia, la valorización. Pero siempre se requieren
aportes fiscales.


El mejoramiento de las condiciones de financiamiento del país permite hoy
conseguir para esas concesiones créditos de más largo plazo, a menor tasa de
interés, y eso ayuda a que sea menor la exigencia del presupuesto.


Sostener el crecimiento depende de que seamos capaces de impulsar a sectores
en los cuales tenemos un gran potencial competitivo, como los biocombustibles.
Los enemigos de los biocombustibles dicen que eso afecta la seguridad
alimentaria y que eso afecta el medio ambiente. En Colombia ni lo uno ni lo
otro. Aquí tenemos 44 millones de hectáreas de sabanas, y apenas 26 millones de
cabezas de ganado. Esas 44 millones de hectáreas de sabanas, todas permiten una
enorme plantación para generar biocombustibles. Y al mismo tiempo hay todo el
espacio para avanzar en las siembras agrícolas con destino a la seguridad
alimentaria. Colombia puede conciliar una gran revolución de combustibles
biológicos, con seguridad ambiental, con protección ambiental y con seguridad
alimentaria.


Nuestra Ley Forestal prohíbe que tumbemos un centímetro cuadrado del bosque
para cambiarle de uso. Y nuestro programa de Familias Guardabosques, que ya
tiene 50 mil familias vinculadas, avanza en esa dirección.


Para sostener el crecimiento necesitamos unas finanzas públicas sanas. Hemos
discutido el muy constructivo informe de la Comisión de Gasto Público. Vamos a
hacer un esfuerzo no inferior a billón y medio para seguir recortando el gasto
de la Nación.


Pero los esfuerzos hechos son enormes. Cuando nosotros empezamos teníamos un
déficit del Gobierno Nacional Central del 6,3. A esto se le suma el agotamiento
de las reservas en el Seguro Social. Ese agotamiento de las reservas en el
Seguro nos obliga este año, solamente, a transferirle del Presupuesto de la
Nación al Seguro Social cinco billones 100 mil millones (de pesos). Sumando lo
uno más lo otro, sería un déficit del Gobierno Nacional Central del 7,4 por
ciento. Este año debemos terminar con un déficit del Gobierno Nacional Central
de entre el 3 y medio y el 4 (por ciento). Un gran mejoramiento. Pero falta
mucho.


Apenas es pequeño el superávit que hemos logrado en el balance primario de la
Nación. Teníamos un endeudamiento que en pocos años pasó del 20 por ciento del
PIB (Producto Interno Bruto) al 50 (por ciento del PIB). Debemos terminar este
año con un endeudamiento entre el 26 y el 28 (por ciento del PIB).


Hemos hecho el esfuerzo de ahorrarle al país un punto del PIB por año, en la
reforma administrativa, lo continuaremos.


Pero hay gastos imprescindibles. Nosotros no podemos abandonar la política
social, ni la construcción de infraestructura, ni la política de seguridad. Esos
son limitantes para estos nuevos esfuerzos que nos disponemos a realizar.


Ha propuesto la Comisión del Gasto Público que se venda a ISA e Isagen para
pagar deuda de la Nación. He hecho estas consideraciones: ISA se democratizó, es
un ejemplo, hoy tiene un gran gobierno, una empresa que suscita mucha confianza.


Uno de los subproductos más importantes de la reforma del Estado es que se
acaba el clientelismo. Miren Telecom: tenía valor negativo, hoy vale mucha
plata. La Nación era dueña del ciento por ciento y era dueña de una quiebra. Hoy
es dueña del 50 por ciento menos una acción de una prosperidad. Está pagando las
pensiones. ¿Qué tal que se las hubiéramos trasladado al presupuesto nacional?
500 mil millones (de pesos) al año. Está al día con los trabajadores activos.
Está invirtiendo ocho billones (de pesos) para desatrasar el país en banda
ancha, en conectividad, en Internet. Además hay mucha confianza de todos los
otros inversionistas. Ahí vamos a tener un gran crecimiento, así como lo tuvimos
en telefonía celular.


Y uno de los subproductos de tener a ese aliado estratégico es que se acabó
el clientelismo. Cuando discutía con el sindicato de Telecom la reforma, me
decían: “Presidente, no nos eche toda la culpa a nosotros. Los gerentes de
Telecom muchas veces nos aceptaban todas las peticiones para salir ellos con un
aplauso. y no pensaban en el futuro de la empresa. Y además allá nos mandaron
mucha gente a que mejorara la jubilación”. Eso hoy no se da. Yo les digo a los
congresistas: nadie volvió aquí a pedir un puesto en Telecom. En ISA ocurre lo
mismo. Reforma que no hizo este gobierno, la hizo otro gobierno anterior, y muy
acertada.


Nosotros aspiramos la reforma de Ecopetrol. Está en pleno proceso. No era
fácil. Ideológicamente hace cuatro años proponer una reforma laboral y pensional
en Ecopetrol era un imposible. Ideológicamente hace cuatro años proponer una
capitalización de Ecopetrol era un imposible. Lo hemos logrado.


Nuestra bancada, valerosamente, a pesar de toda la oposición, logró aprobar
la ley que nos permitirá la capitalización de Ecopetrol, un gran paso. Y aspiro
que allí inviertan los trabajadores de (Acerías) Paz del Río, otra empresa de
capitalismo social que hemos sacado adelante gracias a la reforma. Y estoy
seguro que nadie va volver a pedir un puesto en la junta ni en la nómina de
Ecopetrol.


Acabamos de hacer la capitalización de Isagen, un éxito. Ofrecimos 108 mil,
tuvimos demandas por cinco veces más, pero tengo estas preocupaciones ante la
Comisión del Gasto Público:


Primero, ISA maneja el centro de control, que lo podemos excluir.


Segundo, ISA ha logrado un patrimonio en el extranjero igual al que tiene en
Colombia. Sus inversiones en otros países de la región. Y para que le den
confianza en esos países, ha sido muy importante la participación del Estado
colombiano en la estructura propietaria de ISA.


Tercero, hay que mirar qué es más importante, qué es más significativo: el
rendimiento patrimonial de ISA, o si es más costoso el servicio de la deuda que
se ahorraría con su venta.


Dada la situación de financiamiento del país y la tendencia de las tasas
internacionales de interés frente a Colombia, creo que vale más el rendimiento
patrimonial de ISA, sumando dividendos y valorizaciones, que lo que cuesta
servir la deuda que se ahorraría con la venta de ISA.


Isagen: la verdad es que en el país el sector privado no ha hecho
hidroeléctricas. Las hidroeléctricas en Colombia las han comprado, pero no las
han construido. Hoy no hay sino dos instituciones que construyen hidroeléctricas
en Colombia: Empresas Públicas de Medellín e Isagen.


Nosotros vamos a empezar en el mes de enero con un sistema de subastas,
ofreciendo en esas subastas el pago por capacidad a cargo del presupuesto
público, para estimular inversiones en el sector de generación.


Acabamos de capitalizar a Isagen con aportes de un proceso de
democratización. A mí me parece que no es prudente, mientras no sepamos qué va
pasar en el futuro con la inversión privada en esta generación, entrar a vender
a Isagen.


Creo que no hay afanes con Isagen ni con ISA, son empresas muy buenas. Además
hoy, gracias a la reforma de ambas: una en un gobierno anterior, la otra reforma
ahora, son empresas con muy buen gobierno.


Ha pedido la Comisión de Gasto Público que eliminemos los parafiscales. Aquí
hay una delegación muy importante del Congreso (de la República). El Gobierno no
comparte eliminar la contribución al Sena, a Bienestar Familiar y a las cajas de
compensación. Hacen parte de la institucionalidad social de la Nación, hay que
mejorar su administración todos los días y en eso estamos. Y estoy seguro que el
Congreso no lo aprobaría.


Entonces me dicen: elimine las deducciones a las inversiones de capital,
deróguelas y más bien dígales a esos empresarios que no les da esas deducciones
sino que les quita las contribuciones al Sena, a las cajas de compensación y a
Bienestar.


Esas deducciones el año entrante pueden valer dos billones 400 mil millones
(de pesos). Las contribuciones al Sena, Bienestar y a las cajas pueden valer
casi siete billones. ¿Puede el Estado pagar la diferencia? No estamos en
condiciones.


Si le vamos a trasladar la carga del Sena, Bienestar y las Cajas al
presupuesto de la Nación, rapidito se van a quebrar el Sena, Bienestar y las
cajas, porque el presupuesto nacional no tendrá la posibilidad de sostener esas
contribuciones.


Fue muy difícil introducir las deducciones. La academia económica del país no
lo permitía, el Congreso casi no cree en eso. El tiempo nos ha venido dando la
razón, lo importante que ha sido para la confianza inversionista.


Pero también he dicho lo siguiente: es muy difícil en una economía abierta
decir que los estímulos a la inversión no son estímulos al empleo. En una
economía cerrada uno puede decir: bueno, voy a estimular el empleo haciendo
carreteras con pico y pala, voy a estimular el empleo contratando unas personas
para que cobren en la entrada de los Transmilenios y no sistematizo ese cobro.


En una economía abierta hay que buscar empleos de la mayor productividad, y
también hay que tener una vocación política. Nuestra vocación política no es
competir con empleos deprimidos, sin afiliación a la seguridad social. Nosotros
estamos buscando los mercados internacionales para tener empleos de alta
calidad, con buena remuneración, con afiliación a la seguridad social.


Déjenme atreverme a decir lo siguiente: pienso que en una economía abierta,
que está buscando mercados, los únicos incentivos al empleo finalmente son los
incentivos a las inversiones que garanticen alta productividad.


Pienso que lo que hemos hecho con estas deducciones es un gran estímulo al
empleo. Hay que darle tiempo. El ex ministro Juan Luis Londoño, que en mala hora
nos lo quitó el Señor, que tanta falta le hace a Colombia, me decía: “Ojo
Presidente, que este desempleo viene galopando y va para el 25 (por ciento)”. Se
frenó esa inercia y ahí va, bajando, haciendo todos los esfuerzos, y más
importante, creciendo la afiliación a la seguridad social.


Para hacer sostenible este crecimiento tenemos que seguir abriendo mercados
internacionales. Le decía a mi buen amigo el presidente (de Venezuela, Hugo)
Chávez: “Mira, Presidente, es que no necesitas mercados para vender petróleo, se
lo arrebatan”. Al presidente (Evo) Morales, de Bolivia, le decía: “Ustedes para
qué se van a preocupar de estos mercados internacionales, si ustedes tienen 70
trillones de pies cúbicos de gas en reservas probadas, con 8 millones de
habitantes. Y Colombia, con 43 millones, no tiene sino 7 teras de gas. Allá 70 y
aquí siete. Y Brasil y Argentina le tienen que comprar ese gas a Bolivia a lo
que Bolivia se los quiera vender.


Nosotros tenemos que vender agricultura, tenemos que vender biocombustibles,
tenemos que vender industria. Nosotros necesitamos mercados. Nos vamos a seguir
abriendo. Hemos dado pasos: el acuerdo Comunidad Andina – Mercosur, un gran
paso. El acuerdo con Chile, un gran paso. Estamos negociando con Perú el
desmonte de las barreras inversionistas. En pocas semanas firmaremos el acuerdo
con los países de Centroamérica. El 17 de julio lanzaremos las negociaciones con
Canadá, con el Primer Ministro Harper.


La semana pasada, en Tarija, Bolivia, lanzamos las negociaciones con la Unión
Europea. Vamos a celebrar un convenio de protección recíproca de inversiones con
India, semejante al que celebró la embajadora Noemí Sanín con España. Y buscamos
un convenio semejante con China.


Chile, apreciados compatriotas, tiene 16 millones de habitantes, y gracias a
55 tratados de comercio, les vende a 3 mil 500 millones de consumidores. Por eso
nosotros tenemos que abrirles a estos 43 millones de colombianos todas las
puertas, todas las puertas de los mercados del mundo, para llegarles a miles de
millones de consumidores.


Y a los sectores afectados los protegemos y los ayudamos. Por eso en buena
hora el Ministro de Agricultura y el Congreso (de la República) acordaron la Ley
Agro Ingreso Seguro.


Y hay obstáculos al TLC, que ahí se van venciendo, lentamente. Primero quiero
felicitar al Congreso por haberlo aprobado. Quiero felicitar al Congreso por
atreverse a abrirle esos caminos al país.


Y vamos a ver cómo disipamos todas las dudas en Estados Unidos. Por ejemplo,
se habla del asesinato de sindicalistas, y allá dice el señor (Simón) “Trinidad”
que Colombia asesina a sindicalistas. Veamos qué ha pasado, cuál es la
tendencia, qué pasa con la impunidad, dónde se ha originado eso.


Cuando nuestro Gobierno empezó, en Colombia se asesinaban 256 líderes al año,
entre sindicalistas y maestros. Desde la hora cero del Gobierno nos dimos a la
tarea de protegerlos. En el año 2005 eso se redujo a 25. El año pasado se
recrudeció, porque además del enfrentamiento guerrillas – paramilitares,
empezaron a enfrentarse Farc y Eln.


En Arauca los señores de las Farc llegaban a un hospital: “ah, este
sindicalista es del Eln, asesínenlo”. Los señores del Eln a una escuela: “ah,
este maestro es de las Farc, asesínenlo”. El año pasado eso se nos recrudeció,
subió a 60.


¿Qué ha pasado este año? Van tres sindicalistas y nueve maestros, deberíamos
llevar cero.


En Colombia asesinaban 15 periodistas, este año llevamos cero, y están más
tranquilos en las regiones, menos amenazados, gracias al avance del Gobierno en
el desmonte del paramilitarismo y en el debilitamiento de la guerrilla.


Los tres sindicalistas asesinados: uno del Inpec, la justicia ha dicho que lo
asesinaron por causas diferentes al sindicalismo. El 3 de mayo murió otro en el
departamento de Sucre, estaba con un fusil al hombro, con las Farc, enfrentando
al Ejército de Colombia. Y eso lo conoce el mundo y nadie lo ha desvirtuado. Y
el sábado asesinaron uno en Valledupar. Me contaba el señor Ministro de la
Defensa que la justicia ha certificado que fue por razones de familia y que los
autores están presos.


Estamos haciendo un gran esfuerzo en nuestra política de Seguridad
Democrática, para proteger a los empresarios contra el secuestro y a los
sindicalistas contra el asesinato.


Este año hay seis mil colombianos con protección individual, de ellos mil 500
sindicalistas, y eso le cuesta al Presupuesto de la Nación 76 mil millones (de
pesos).


Y esto es lo que no dicen en el extranjero los compatriotas que salen a
maltratar esta democracia.


Esta madrugada veía que hoy está terminando el período de Tony Blair como
primer ministro de Inglaterra, que tanto le ha servido a Colombia, y me acordaba
con tristeza que allá hay unos compatriotas en este momento diciendo: que no,
que lo que pasa es que aquí matamos a los sindicalistas, que lo que pasa es que
aquí hay un gobierno paramilitar, cuando hay esta vigorosa democracia.


Y entonces se habla de la impunidad. En un país que llegó a tener 35 mil
asesinatos por año (no 28 ni 30 mil, pues fosas recientemente descubiertas
hablan de 35 mil), 43 millones de habitantes, no hay justicia del mundo que sea
capaz de superar la impunidad.


La primera lucha contra la impunidad es la disuasión de los criminales, a
través del uso de la fuerza legítima de la democracia.


Y en materia de reformas de la justicia, hemos avanzado mucho. Se hizo la
reforma constitucional que incorpora el sistema acusatorio, la oralidad.
Solamente el año pasado nos costó 70 millones de dólares implementar el sistema
acusatorio. Este año ya se han producido las primeras 37 sentencias contra
personas responsables de asesinatos de sindicalistas, que han condenado a 59
personas.


Se los cuento en detalle, compatriotas, para que cada uno de ustedes, cuando
haga una llamada al extranjero, cuente esto, se lo diga a la familia, lo escriba
por Internet a alguna persona con quien tenga contacto, porque entre todos los
que creemos en esta democracia, en esta política de Seguridad Democrática, vamos
a tener que hacer causa común.


Como no nos han podido derrotar en las urnas, como no pudieron que el
terrorismo se tomara el poder, sólo les queda un instrumento, que es el
instrumento de la calumnia, y por eso vamos a tener que explicar esto en todos
los rincones de la Patria y en todos los países del mundo.


Y entonces preguntemos: ¿quién mata a los sindicalistas y quién secuestra a
los empresarios? No son los sindicalistas los que secuestran a los empresarios,
ni los empresarios los que asesinan a los sindicalistas.


La empresa privada colombiana ha sido sufrida, esforzada, solidaria. Si la
justicia llegara a producir una sentencia contra algún empresario, el Gobierno
siempre estará de parte de la justicia. Pero mi observador de la vida colombiana
me indica que el origen y la autoría de esos crímenes son diferentes. Yo me hice
abogado aquí en la Universidad de Antioquia. Recuerdo esos años. Las guerrillas
marxistas, aquellas que han sido tan consentidas por la política en ciertos
sectores de Colombia, las que trajeron el odio de clases como instrumento para
derrotar el Estado democrático y llegar a imponer la dictadura del proletariado,
practicaron la combinación de las diferentes formas de lucha.


Lo vivimos. Ellos asesinaban y penetraban el movimiento obrero, secuestraban
y penetraban sectores de la política y sectores del periodismo, y aquí no había
fuerzas institucionales que nos defendieran. Y entonces después llegaron los
paramilitares con la misma atrocidad, con la misma financiación y con las mismas
prácticas. Y asesine a un sindicalista porque lo acusaban de ser colaborador de
la guerrilla. Y entonces la venganza: asesine al otro porque lo acusaban de ser
colaborador de los paramilitares.


Lo que hemos hecho ahora es: protegerlos a todos. Y proteger el periodismo y
proteger la política.


Qué distintas las elecciones de alcaldes y gobernadores, del Referendo de
2003, de las elecciones de 2002. Qué diferentes las elecciones de 2006 a las
elecciones anteriores. En 2006 el único candidato que podría quejarse de
garantías soy yo, porque fuimos incapaces de enfrentar eficazmente la guerrilla
de la Farc en Nariño, y con fusil al hombro conminó a nuestros electores para
que no votaran por nuestra candidatura y los obligaron a votar por otro
candidato. La oposición recorrió el país rodeada de garantías.


Hace cuatro años, cinco años, al único que se le decía paramilitar en
Colombia era a mí, por razones políticas. Pero por razones de miedo, a los
paramilitares no se les decía nada, salvo en secretos de coctel. Hoy sí se les
acusa, porque ya se les perdió el miedo, gracias a que este Gobierno los tiene
en las cárceles.


Y entonces viene el otro tema contra el TLC, el tema de la parapolítica. Este
es el Gobierno que ha desmontado al paramilitarismo. Primero dimos de baja a
1.700. Eso les demostró que con este Gobierno no iban a prosperar, que este
Gobierno iba por un camino absolutamente, exclusivamente, constitucional.


Se hizo el proceso de paz, exigiendo verdad, justicia y reparación. Lo que
pasa es que en el pasado no se conoció la verdad de las relaciones de la
política con las guerrillas, que ojalá se conozcan en el futuro. En el pasado
pudier

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