Gustavo Guerra Galindo precisó que el consumo promedio a nivel nacional de café es de apenas 750 gramos.
Ochenta y cinco por ciento de la producción se exporta, el resto se destina al mercado nacional y sólo el tres por ciento de lo que se queda se consume en café tostado, molido y puro. Foto: Archivo
La ausencia de una cultura del consumo del café, aunada a la falta de apoyos institucionales para su difusión así como de los problemas estructurales que presenta esta actividad agropecuaria, ha hecho que durante los últimos cuatro años México bajara de un tercer a un quinto lugar en producción del grano.
Gustavo Guerra Galindo, catedrático e investigador especialista en el tema del aromático de la UV, precisó además que el consumo promedio a nivel nacional de café es de apenas 750 gramos, el cual se mantiene estable a lo largo del año.
Explicó que actualmente 85 por ciento de la producción se exporta, el resto se destina al mercado nacional y sólo el tres por ciento de lo que se queda se consume en café tostado, molido y puro, porque el 12 por ciento es industrializado, es decir, se convierte a soluble.
Guerra Galindo dijo que este consumo se concentra principalmente en los estados productores del grano, entre los que se encuentran Veracruz, Chiapas y Oaxaca; las entidades del norte del país como Chihuahua, Sonora y Jalisco tienen un consumo menor sobre el café puro y el poco que consumen es soluble.
El catedrático de la Facultad de Economía recalcó que existe descuido respecto al eslabonamiento entre productores, procesadores y comercializadoras y las instituciones que deberían apoyarlos y asesorarlos en cuanto al consumo de café; “no lo hacen y al no existir una estructuración no llegamos a lo que son verdaderos trabajos de mercadotecnia para buscar canales de comercialización”.
Citó como ejemplo Brasil, que produce café Robusta, el cual se supone es de menor calidad que otros producidos en México, sin embargo, ellos consiguen un mejor precio y expresión a nivel mundial, porque no basan su comercio únicamente en esa opción del mercado a pesar de que son los principales productores internacionales, pues aproximadamente el 50 por ciento de su producción se consume dentro de su país.
Es obvio que esta independencia de los precios internacionales responde a todo un programa y un proceso que han desarrollado durante más de una década. “Ellos consumían 2.5 de kilogramos de café, empezaron a hacer programas, análisis de calidad y actualmente están por alcanzar ya los cinco kilogramos de consumo per cápita de café”.
Guerra Galindo apuntó que los principales Torrefactores que rigen la producción en Brasil son defensores de cero impurezas porque detectaron que al producir con diferenciación de calidades y de precios los ingresos son mayores, lo cual les da poder de mercado, de decisión hacia dónde distribuir su café, impactando obviamente a los productores.
“Otro problema que enfrentamos —señaló— es que la eficiencia y producción por hectárea en México es de las más bajas del mundo, alcanzamos únicamente 11 quintales, a diferencia de países como Vietnam, que produce 40, y del propio Brasil, en donde son alrededor de 50 quintales”.
El investigador reiteró que aunado a ello en nuestro país no existen Torrefactores, por tanto “las instituciones de enseñanza e investigación como las de gobierno tenemos la obligación de proporcionar todos los apoyos para obtener un mayor control de calidad del grano”.