fonte: Cepea

Recoger café les sirve de escape

22 de dezembro de 2005 | Sem comentários Español Geral







 




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jueves, 22 de diciembre de 2005


Stevenson Jacobs  PRENSA ASOCIADA









Pocos prisioneros pueden recoger más de 68 kilogramos de granos en cinco horas de labor. (AP)



YAUCO, Puerto Rico.— La cocaína envió a Juan Rivera Cabrera a la cárcel, mientras que el café lo saca de su celda cuando menos algunas horas por día.

Rivera, quien cumple una sentencia de cinco a siete años de prisión por vender cocaína, es uno entre un centenar de presos que viajan cada mañana a las exuberantes montañas de Puerto Rico para recoger granos de café.

La brigada de “reos del café” fue organizada en noviembre, debido a los temores de que hasta el 30% de los cultivos de este año queden sin cosechar a causa de una escasez de recolectores. Es necesario recoger los granos antes de que comiencen a marchitarse y ennegrecerse al concluir la temporada en el Año Nuevo.

“Tenemos la tecnología, las tierras y el café, pero no contamos con trabajadores que recojan los cultivos”, dijo José O. Fabre Laboy, secretario de agricultura de Puerto Rico.

Trabajando en conjunto con el Departamento de Correccionales, Fabre espera reclutar a 750 recolectores adicionales de café de cárceles de adultos y jóvenes para la cosecha del año próximo.

El programa voluntario se ha granjeado elogios de los agricultores, que lo ven como una solución novedosa a la escasez de mano de obra, y críticas de otros grupos, que consideran que los prisioneros trabajan con mucha lentitud.

Cada mañana, los presos se levantan antes del amanecer, se apilan en autobuses y se dirigen a las montañas cubiertas de niebla en el oeste de Puerto Rico, el corazón de los cafetales. Una mañana reciente, un grupo acudió a un gran cafetal en Yauco, a 140 kilómetros al suroeste de la capital, San Juan.

Ataviados con uniformes color café, se abrían paso a través de hileras de cafetales, arrancando granos rojos maduros y dejándolos caer en cubetas que colgaban de sus cuellos, todo bajo la atenta mirada de corpulentos guardias armados con pistolas.

“Fue difícil la primera vez, porque nunca había recolectado café”, dijo Rivera. “Pero estoy mejorando”.

Los presos reciben el mismo salario que los recolectores de café —cinco dólares por cada cubeta de 13 kilos de granos maduros— y se les reduce la pena en 10 días por cada mes de trabajo.

En el siglo XIX, Puerto Rico se encontraba entre los principales exportadores de café del mundo, pero el negocio se vio afectado por los huracanes y por el aumento en la competencia. En la actualidad, casi todo el café puertorriqueño es para consumo interno de la isla, donde mucha gente comienza su día con un café con leche.

William Cintron, ex alcalde de Yauco y uno de los 40 agricultores de café que se ofreció como voluntario para usar la mano de obra de los prisioneros, dijo que la escasez de trabajadores perjudica el crecimiento de la industria del café porque impone límites a cuánto pueden plantar los agricultores. Desea que participen aún más presos.

“No podemos plantar más café sin mano de obra, y ésta está en las prisiones”, afirmó.

Pero Jorge González, alcalde del pueblo cafetalero de Jayuya, dijo que los reos son muy lentos para recoger los granos, que se pasan de maduros si no son cosechados con rapidez.

Quiere traer a los recolectores de la República Dominicana en lugar de usar presos. “Los trabajadores extranjeros son la salvación y la solución de la industria cafetalera”, dijo.

Este territorio estadounidense en el Caribe sólo tiene 10.000 recolectores de café, 5.000 menos de los necesarios. Esa cifra disminuye cada año a medida de que los trabajadores renuncian para aceptar trabajos menos pesados en los sectores de manufactura y otros, que pagan más del triple del salario promedio de los recolectores de café.

Pocos prisioneros pueden recoger más de 68 kilogramos de granos en cinco horas de labor, una fracción de lo que puede recolectar un trabajador experimentado. Los recolectores con experiencia ganan un promedio de $500 diarios —el doble de lo que gana la mayor parte de los prisioneros—, aunque los que son muy rápidos obtienen hasta $100.

Fabre dijo que los reos se han quejado poco. Ninguno ha intentado escapar, y los que recogen granos en Yauco dijeron haberlo disfrutado.

“Quita el aburrimiento de estar encerrado. Para nosotros es una forma de terapia”, dijo Andre Rivera, un reo de 24 años con tatuajes en los brazos y preso por robo a mano armada, mientras sonreía ampliamente.

“Ha sido una experiencia tremenda”, señaló Juan Coyazo, de 31 años, que cumple una condena de siete años por asalto. “Estamos en las montañas de nuestro Puerto Rico y estamos orgullosos de estar recolectando el fruto de nuestra tierra”.

Las autoridades esperan que algunos prisioneros se conviertan en recolectores de café tras su liberación. Pero Coyazo duda elegir esa carrera.

“Si me ponen a cargo de una plantación de café, entonces lo haría”, dijo. “Pero no como trabajador”.

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